Existe la costumbre en ciertos deportes (rugby, waterpolo,...) de que, tras un partido, los equipos contrincantes se tomen unas cervezas en absoluta harmonia. A este encuentro de cordialidad se le llama el tercer tiempo. Las asperezas y rivalidades se liman en el terreno de juego. Fuera de él podemos ser incluso amigos. A partir de ahora, esta buena costumbre ya tiene una justificación científica, y no solo social y amistosa.
Tras un ejercicio físico prolongado, la cerveza es una bebida que por su composición favorece la rehidratación. Y dado su contenido en polifenoles, tiene efectos antioxidantes y antiinflamatorios en el organismo. Incluso favorece que los niveles de HDL (el colesterol bueno) aumenten.
Pero no olvidemos que es una bebida alcohólica, con un contenido en alcohol de 4 a 5º, y que hay que consumirla con mucha moderación. Y si tenemos mucha, mucha sed, la opción de la cerveza sin alcohol es muy apropiada.
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¡Salud!
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